Desigualdad tras las pasarelas: Señalan a marcas de lujo por explotación laboral

(EL ECONOMISTA| BLANCA JÁREZ| CAPITAL HUMANO l 8/1/2024)

La industria de la moda global factura más de 1.7 billones de dólares al año. Sin embargo, se sigue negando a pagar salarios justos y a responsabilizarse por las violaciones laborales que cometen sus proveedores de tela, confección y otras materias primas y servicios, señala la organización Fashion Revolution.

 

 

Salarios bajos, poca sindicalización, largas jornadas, indiferencia ante la esclavitud en la cadena de suministro y, en general, precariedad laboral. Ése es el backstage de las pasarelas y aparadores de las mayores marcas y minoristas de moda en 250 países del mundo, según el Índice de Transparencia de la Moda 2023.

 

El estudio indica que el conjunto de marcas analizadas —como Dolce & Gabbana, Reebok, Shein, Victoria’s Secret, Chanel, Zara, Walmart, Versace y muchas más— obtuvieron la puntuación más baja en lo referente a salarios dignos, sindicalización, género y equidad racial, producción y desperdicio, uso químico y deforestación.

 

“La moda es una de las industrias más desiguales del planeta”, señala el reporte que desde 2017 realiza la organización Fashion Revolution, la cual tiene delegaciones en diferentes países, como México.

 

“Algunas de las personas más ricas del mundo han amasado sus fortunas multimillonarias en el comercio minorista de moda, que abarca desde la moda rápida hasta el lujo”, mientras millones de personas que confeccionan esa ropa, “principalmente mujeres jóvenes de color”, recibe salarios insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas.

Las marcas y las empresas que venden las prendas no sólo tienen la responsabilidad de pagar salarios decentes a las personas que han contratado de manera directa, sino de asegurarse que sus proveedores lo hagan, apunta el informe.

 

Sin embargo, es en la cadena de suministro donde hay menos avance. Pero, “a pesar de esta urgencia, una vez más vemos un progreso glacial en la transparencia del salario digno”.

 

De acuerdo con el reporte, sólo el 28% de las marcas revelaron su enfoque para lograr salarios dignos para trabajadores y trabajadoras de la cadena de suministro.

Peor aún, apenas el 2% publica el progreso anual hacia un salario digno y sólo el 1% informa el número de trabajadores y trabajadoras que en su cadena de suministro reciben un salario suficiente para cubrir sus necesidades básicas.

 

Fashion Revolution subraya que fácilmente las marcas y empresas pueden terminar con los salarios de pobreza, pues la industria de la moda factura más de 1.7 billones de dólares al año.

 

“Según un artículo publicado por Oxfam, en sólo cuatro días, un importante director ejecutivo de la moda gana lo que un trabajador textil en Bangladesh ganará durante toda su vida”, se puntualiza en el informe.

 

Esclavitud moderna en el proceso

 

Gran parte de las prendas que venden las grandes marcas son confeccionadas con algodón de Turkmenistán. Dicho país de Asia Central es el séptimo mayor productor y exportador de algodón del mundo, según la organización Freedom United, dedicada a combatir la esclavitud moderna y la trata de personas.

 

De acuerdo con el Índice de Transparencia de la Moda 2023, “cada año, el gobierno obliga a cientos de miles de trabajadores del sector público, como maestros y médicos, a recoger algodón” bajo la amenaza de descuentos salariales o despido.

 

Muchos optan por contratar a otras personas para que hagan ese trabajo que, en muchos casos son familias pobres, incluidos los niños, niñas y adolescentes.

Estas condiciones de trabajo forzoso son parte de la esclavitud moderna y los riesgos de que esta violación esté presente en la cadena de suministro de la industria de la moda mundial son altos.

 

Las más vulnerables son las personas trabajadoras migrantes, quienes “por deudas resultante de contratación poco ética y el pago de sumas exorbitantes honorarios y costos relacionados con la contratación”, para asegurar sus empleos en países de altos ingresos no pueden denunciar, señala el reporte.

 

Este año, el 88% de las marcas divulgó sus políticas contra el trabajo forzoso y 63% dio a conocer de qué manera identifican y descartan que sus proveedores estén cometiendo este delito y cómo están combatiéndolo.

 

Poco avance en la sindicalización

 

“Faltan datos sobre las tasas de sindicalización en el sector de la moda a nivel mundial, pero hay indicios de que siguen siendo bajas, con estimaciones de Bangladesh de que sólo entre el 3.5 y el 4% de las fábricas de ropa del país tienen presencia sindical”, detalla.

En México, de manera general, apenas el 12.7% de las personas trabajadoras de cualquier sector de la economía están afiliadas a un sindicato, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

 

Y, de acuerdo con la investigación que Fashion Revolution realiza desde hace más de una década, “la regla” es que los grandes volúmenes de ropa procedan de regiones con menos organización de trabajadores y trabajadoras, “donde los abusos laborales graves y frecuentes son comunes”.

 

Pero antes de responsabilizar a las personas trabajadoras de su falta de unión y organización, cabe señalar que muchos países y regiones cuentan con leyes restrictivas a la sindicalización. O bien, la cultura y todo el sistema laboral y de mercado les dificulta hacerlo.

 

Si bien el 85% de las principales marcas publican políticas donde aseguran tener un compromiso con la libertad de asociación, derecho de organización y negociación colectiva en la cadena de suministro, sólo el 39% indican de qué manera lo hacen.

Sólo el 15% reveló el número o porcentaje de instalaciones de sus proveedores donde el personal está sindicalizado.

 

“Los trabajadores son sus mejores defensores y unirse para hablar y negociar con sus empleadores sigue siendo el principal canal disponible para ellos si quieren lograr mejores condiciones laborales”, señala el reporte.

 

Pero también lo es contar con gobiernos y autoridades que fiscalicen estos centros de trabajo, empresas que no violen derechos y no sean indolentes si lo hacen sus proveedores, agrega la organización.